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Los países islámicos recurren al oro para que actúe como activo refugio

Media luna dorada en la cúpula de una mezquita

El oro es considerado tradicionalmente como el activo refugio por excelencia, en el que confiar en momentos de inestabilidad económica o política. Sin embargo, durante recientes crisis como el enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China, la crisis de los misiles de Corea del Norte o la situación de países como Irán, Turquía o Venezuela, los inversores no han recurrido al oro como refugio, lo que ha impedido que su precio haya subido como consecuencia de la inestabilidad internacional.

Esta cuestión ha sido destacada por numerosos analistas, que han tratado de buscar las causas por las que el precio del oro no ha reflejado la situación geopolítica. La fortaleza del dólar estadounidense y de los mercados de capitales, alternativas al metal precioso, están entre las principales explicaciones.

Sin embargo, el impulso definitivo para el oro como valor refugio puede venir, en opinión de algunos expertos, de los países islámicos. En concreto, de aquellos como Malasia, Indonesia o Tailandia, que cuentan con un importante porcentaje de la población que no está bancarizado.

Como explican desde Emerging Market Views, hasta hace relativamente poco, la inversión en oro era una cuestión vedada para los ciudadanos de los países islámicos, ya que las estrictas normas religiosas prohibían la inversión en este tipo de activos si su objetivo era obtener rentabilidad.

Esto cambió a partir de 2016, cuando el Consejo Mundial del Oro y la organización que regula las finanzas islámicas, la Accounting and Auditing Organization for Islamic Financial Institutions (AAOIFI), establecieron una normativa de referencia para clarificar a los inversores de religión islámica las posibilidades de invertir en oro.

Una parte importante de este nuevo mercado de inversores, los más pudientes, procedentes de países como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí o Kuwait, tendrán a su disposición un amplio abanico de productos de inversión en oro, respetuosos con la Sharia.

Pero existe una gran masa de pequeños inversores, procedentes de otros países como Indonesia, Tailandia o Malasia, con fondos económicos muy limitados y ajenos al sistema bancario, que consideran al oro como un activo refugio y están dispuestos a invertir.

Como explicó Robin Lee, CEO de HelloGold, en el IFN Forum celebrado el pasado 5 de octubre en la Singapore Exchange, los inversores más adinerados disponen de numerosos productos financieros que les permiten diversificar sus carteras.

En cambio, los inversores minoristas no bancarizados no tienen posibilidad de acceder a bonos soberanos u otros productos, por lo que el oro se presenta como una de sus escasas alternativas de inversión.

HelloGold cuenta con una cartera de más de 27.000 inversores en Malasia, cuyas transacciones medias apenas llegan a 20 dólares, cantidad que no puede ser invertida en ningún producto bancario pero que sí puede invertirse en oro.

Este tipo de inversores acuden al oro como un elemento tradicional de ahorro y conservación de la riqueza, y tienen unas características muy particulares, que les diferencian de los grandes inversores. Por ejemplo, les trae sin cuidado las fluctuaciones del dólar o de los mercados financieros: simplemente les interesa la cotización del oro con respecto a su divisa local.

Desde el Consejo Mundial del Oro, su director de bancos centrales y políticas públicas, Andrew Naylor, afirmó en ese mismo foro que el mundo islámico tiene que contemplar las posibilidades que ofrece el oro como elemento de diversificación de sus carteras de inversión, y concluyó que “el oro es el activo refugio por excelencia”.

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