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Los tres escenarios del oro en 2022 según lo que haga la Reserva Federal

Dígitos 1, 2 y 3 de oro

La política monetaria de la Reserva Federal y, más concretamente, la forma en que este organismo va a afrontar en 2022 la subida de la inflación, es uno de los factores clave que va a determinar la evolución del precio del oro a lo largo del año. Del calendario y ritmo de las subidas de tipos de interés puede depender, en gran media, que el metal precioso mejore su actuación de 2021.

Como escribe Andrew Lane en Investing.com, con los mercados ya reaccionando a la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense para 2022, se plantean tres posibles escenarios, cada uno con su particular repercusión sobre los metales preciosos.

La Fed mantiene su política

El primer escenario contempla que la Reserva Federal mantiene la política monetaria que había apuntado en sus últimas reuniones. Esto implicaría que el desmantelamiento del programa de compra de activos puesto en marcha durante la pandemia terminaría en marzo de 2022 y que, a lo largo de este año, se llevarían a cabo tres subidas de los tipos de interés.

Según Lane, “supongamos que los mercados no reaccionan y que, o bien continúan sin grandes cambios, o inician un rally hacia cifras récord. Bajo este escenario, el dólar se reforzaría y los tipos de interés reales comenzarían a cerrar el hueco, lo que potencialmente supondría un debilitamiento del oro y la plata.

Para el analista, se trata del escenario menos probable, ya que no cree que los mercados reaccionen de forma positiva ni que la inflación se enfríe gracias a las subidas de los tipos de interés.

También llama la atención sobre el hecho de que los rendimientos de los bonos estaban a niveles mucho más altos que los actuales en el año 2011, cuando el oro y la plata registraron sus precios máximos de la década anterior.

La Fed cambia su política

Bajo este segundo escenario, la Reserva Federal asegura que va a proceder a la retirada de las ayudas y a elevar los tipos de interés, para ver cómo reaccionan los mercados.

“El resultado más probable es que los mercados entren en una espiral bajista y la Fed reaccione dejando los tipos intactos, con la esperanza de que aquéllos se recuperen”, opina Andrew Lane.

En este caso, el oro y la plata sufrirán a corto plazo, pero el cambio en la política monetaria de la Reserva Federal acabará beneficiándoles.

La Fed da marcha atrás en su política

Para que se dé este tercer escenario, es necesario que, previamente, se produzca una combinación de los dos primeros ya que, si no, la Fed podría ver cómo el pesimismo se apodera de los mercados y entran en pánico para cuando haya puesto fin a su programa de ayudas.

En este punto, probablemente antes del segundo trimestre del año, la Fed volvería a introducir la expansión cuantitativa (programa de estímulos en política monetaria consistente en la compra de deuda pública), lo que conduciría a un nuevo desplome del dólar, como sucedió tras la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, y en marzo de 2020.

Según Lane, este escenario supondría la salvación de los mercados y tanto el oro como la plata dispararían sus precios a la luz de la ampliación del balance de la Reserva Federal. En su opinión, es el más probable, por una simple razón: “los mercados se encuentran tan fuertemente apalancados sobre una deuda barata artificial que es casi imposible que no se vengan abajo en cuanto se suban los tipos de interés. Lo que está claro es que están convencidos de que los salvarán, porque son demasiado grandes para quebrar”.

El futuro

Lane recuerda que, durante los años que siguieron a la crisis financiera de 2008 y a causa de las políticas monetarias acomodaticias que se adoptaron en todos los países, la burbuja de la deuda no ha hecho más que crecer.

“Durante estos años, los ejecutivos de Wall Street se han centrado en los activos e instrumentos financieros de mayor riesgo, privatizando los enormes beneficios y confiando en que las posibles pérdidas fueran asumidas por el Gobierno estadounidense”, apunta Andrew Lane.

La cuestión es que, si el mercado de bonos se ve afectado, la Fed no tiene alternativa, ya que su tamaño es diez veces superior al del mercado de capitales. “Y con una inflación del 7%, nadie en su sano juicio quiere un bono a diez años con un rendimiento anual del 1,7%”, señala el analista.

Las previsiones apuntan a que, durante la próxima década, se registrará un periodo de alta inflación en el que el mundo debe desapalancarse y alejarse de los mercados de derivados en papel.

La tendencia irá a favor de los activos físicos y tangibles, como los metales preciosos: “creemos firmemente en que el oro y la plata tienen un enorme margen de subida durante los próximos años, lo que comenzará a atisbarse en los próximos meses”, concluye Lane.

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