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Los turcos desconfían de los bonos de oro emitidos por el Gobierno

Turquía es el tercer mayor consumidor mundial de oro, después de China y la India. El problema es que una buena parte del oro que adquieren sus ciudadanos se queda almacenado en sus casas, ya que para ellos invertir en oro o divisas extranjeras es una forma de ahorrar y prepararse para afrontar emergencias, o para protegerse de la incertidumbre política y de la devaluación de la lira turca.

El Gobierno turco quiere que ese oro que los ciudadanos acumulan en sus casas (se estima que son alrededor de 3.500 toneladas, según los últimos datos del Consejo Mundial del Oro) vuelva al mercado y, para ello, aprobó el lanzamiento de unos bonos basados en ese oro físico, que se emitieron por primera vez el pasado mes de octubre.

La oferta es tentadora: el Gobierno entrega un bono a cambio del oro, que puede cambiarse de nuevo por el oro un año después, más un 2,4% de intereses, que se abonan en liras turcas. Esta emisión se completa con unos bonos islámicos o sukuk, para atraer a los ahorradores de religión musulmana.

Sin embargo, como informan desde Nikkei Asian Review, el Gobierno de Erdogan se está topando con la desconfianza de los ciudadanos, que son reticentes a entregar su oro. Para convencerles, las autoridades han iniciado una intensa campaña publicitaria con anuncios en televisión protagonizados por una vieja moneda de oro, con bigote banco y bastón, que sale de debajo de un colchón diciendo: “no voy a poder ayudar a nadie si sigo aquí debajo”.

El problema es que la tasa de ahorro de Turquía es muy baja y su balance de cuenta corriente suele estar en números rojos. Sin embargo, la demanda de oro en forma de joyería y como regalo es muy importante. Por ello, el Gobierno quiere atraer parte de este oro hacia su sistema financiero.

Ya desde 2013, los ciudadanos turcos tienen la posibilidad de abrir cuentas de depósito en oro en sus bancos, ingresando en ellas su oro físico. El hecho de que los bancos acumulen oro contribuye a incrementar las reservas de oro del banco central, ya que parte de este oro se transfiere a éste, como parte de los requerimientos de capital de los bancos comerciales.

Por este motivo, las cifras mensuales de variación de las reservas de oro del Banco Central de Turquía, que publica el Consejo Mundial del Oro a partir de datos del Fondo Monetario Internacional, oscilan casi siempre al alza.

Como señala a Nikkei Asian Review el director de la división de metales preciosos de Garanti Bank (antes participado por BBVA), Alper Kalyoncu, estos bonos resultan muy atractivos para los clientes que quieren ahorrar monedas de oro de cara a su jubilación.

La anterior campaña de captación de oro mediante cuentas de depósito no obtuvo los resultados esperados: según Kalyoncu, el total de oro depositado apenas alcanzó las 60 toneladas, ya que la liquidación se hacía en liras turcas o divisa extranjera, mientras que los ciudadanos preferían disponer de sus monedas de oro.

La respuesta de los ciudadanos turcos a esta nueva emisión de bonos en oro también ha sido muy poco entusiasta: un mes después de su lanzamiento, apenas se habían recogido 2,5 toneladas de oro, menos de un 0,1% del oro acumulado en los hogares. Un resultado que no ha desanimado al Gobierno, que va a continuar con la intensa campaña publicitaria sobre los bonos.

Sin embargo, la posición de muchos ciudadanos es clara: como señala un joven empleado de banca a Nikkei Asian Review, “me gusta tener mi oro a mano, porque tengo dudas sobre el futuro del país y de la industria bancaria. Este joven, que planea casarse pronto y, como es costumbre, recibirá un buen número de monedas de oro como regalo de boda, no se ha mostrado nada interesado en los bonos del Gobierno.

Además, la reciente crisis financiera y la hiperinflación subsiguiente no han contribuido a insuflar confianza de los turcos en su divisa. Más bien, han recurrido al oro como fórmula de proteger su patrimonio.

Por ello, la verdadera tarea pendiente del Gobierno turco es lograr que el público recupere la confianza en su política monetaria, en un momento en que la lira turca sigue depreciándose con respecto a las principales divisas, y las relaciones del Gobierno de Erdogan con Estados Unidos y la Unión Europea no pasan por su mejor momento.

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