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Los venezolanos recurren al oro como medio de pago ante una nueva devaluación del bolívar

Pepitas de oro

El ejemplo práctico de cómo funciona el oro en caso de una crisis sistémica se está viviendo en estos momentos en Venezuela, muchos de cuyos ciudadanos están recurriendo al metal precioso para utilizarlo como medio de pago en medio de una situación de hiperinflación que ha provocado la devaluación de la divisa local, el bolívar.

El Gobierno de Venezuela ha tenido que adoptar medidas de emergencia ante la crisis económica que vive el país y eliminar seis ceros de su divisa local, el bolívar, debido a la hiperinflación que ha provocado que los precios de los productos más básicos se cuenten en millones de unidades monetarias.

Así, el billete de más alta denominación hasta ahora, el de un millón de bolívares (equivalente a menos de 25 centavos de dólar), ha sido reemplazado por un nuevo billete de un bolívar y se ha presentado un nuevo billete de 100 bolívares (equivalentes a unos 25 dólares), que será a partir de ahora el de mayor denominación.

El objetivo de esta reforma monetaria ha sido evitarle al Gobierno de Nicolás Maduro el sofoco de tener que emitir un billete de 100 millones (100.000.000) de bolívares para permitir que los ciudadanos realicen sus compras diarias sin necesidad de que acarreen grandes fajos de billetes. Hay que tener en cuenta que, ahora mismo, el precio de una barra de pan en Venezuela es de unos siete millones de los antiguos bolívares.

Como bien explica Joseph T. Salerno, vicepresidente del Instituto Mises, esta arbitraria decisión de rebajar la denominación de su divisa no va a servir para reducir la inflación, ya que la impresión de los billetes de la nueva denominación se puede realizar al mismo precio que los anteriores, pero ello no va a ocultar el hecho de que el bolívar ha perdido el 73% de su valor en lo que llevamos de año.

Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya han advertido que la tasa de inflación anual de Venezuela alcanzará el 5.500% a finales de año, lo que técnicamente se denomina hiperinflación.

“Por ello no resulta sorprendente que todos los venezolanos excepto los más pobres hayan abandonado el bolívar no ya como depósito de valor o unidad de cuenta, sino incluso como medio de pago. Los dólares estadounidenses son el medio de pago preferido en Caracas y otras grandes ciudades, mientras que el peso colombiano domina en la frontera con este país, especialmente en la ciudad de San Cristóbal. El real brasileño se utiliza a lo largo de la frontera meridional con Brasil, mientras que el euro y las criptomonedas también han encontrado nichos de usuarios”, explica Salerno en el blog del Instituto Mises.

En este escenario de emergencia, no es ninguna sorpresa que el oro puro haya irrumpido como medio de pago en la remota región sudoriental de Venezuela, en torno a las ciudades de Tumeremo y El Callao.

Una región en la que abundan los minerales que contienen metales preciosos y que cuenta con una larga historia de mineros en busca de fortuna. Ahora, la mayoría de las minas están controladas por el Ejército venezolano, que combate a las mafias y a las guerrillas locales.

“A pesar de la violencia y la anarquía, miles de venezolanos sin empleo están desplazándose a la zona desde todo el país, para trabajar en las minas ilegales a cambio de un salario en oro. Como resultado, esquirlas de oro extraídas de las pepitas se han convertido en la moneda más habitual de la región, hasta el punto de que los precios de bienes y servicios se expresan ya en gramos de oro: medio gramo de oro equivale a una estancia de una noche en un hotel, mientras que una comida para dos personas en un restaurante chino y un corte de pelo cuestan un cuarto y un octavo de gramo, respectivamente”, explican desde el blog del Instituto Mises.

Realmente es una economía de guerra, de supervivencia, en la que el oro se ha convertido en lo que ha sido durante siglos: un medio de pago que mantiene su valor en cualquier circunstancia y lugar.

Según Salerno, “los ciudadanos llevan las pepitas de oro en el bolsillo, envueltas en los billetes de bolívares sin valor. Aunque algunas tiendas disponen de balanzas para pesar las esquirlas de oro, la mayoría de comerciantes y clientes se han acostumbrado a estas transacciones y las evalúan a simple vista. Por ejemplo, un barbero y su cliente han acordado que tres esquirlas equivalen a un octavo de gramo de oro, que es lo que cuesta el corte de pelo (5 dólares)”.

Esta economía de emergencia basada en el oro se está extendiendo por el país y ya está llegando a ciudades más grandes como la capital regional, Ciudad Bolívar, donde las tiendas y los grandes almacenes aceptan de buen grado el oro a cambio de dólares de los mineros que buscan vender su oro.

Sin embargo, esto no deja de ser una solución de emergencia. Como explican desde el blog del Instituto Mises, para que oro se convierta en un medio de pago como tal que pueda competir ventajosamente con el depreciado dólar y otras divisas, las pepitas deben ser refinadas, fundidas y convertidas en lingotes de peso y tamaño certificados por firmas acreditadas. Y para ello, es necesario que se eliminen las actuales barreras que impiden la actividad de las refinerías y cecas privadas en Venezuela.

“Además, habría que abolir los impuestos de ventas y ganancias de capital que gravan actualmente al oro. Dado que es bastante improbable que estas medidas sean implementadas por el Gobierno de Maduro, solo nos queda felicitarnos por los avances logrados por la gente que está usando el oro como medio de pago”, concluyen.

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