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No fueron denarios romanos, fueron siclos de Tiro las 30 monedas de la traición de Judas

“Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?». Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo”. (Mateo 26, 14-16).

Uno de los pasajes de los Sagrados Evangelios más ignominiosos de la vida de Jesucristo, justo al final de sus días, que año a año se recuerda durante la celebración de la Semana Santa, del Jueves Santo.

Desde entonces, desde que uno de los Doce Apóstoles vendiera a Jesús de Nazaret a los miembros del Sanedrín, se ha hablado también durante siglos de las famosas “30 monedas de la traición” y señalado como sinónimo de” traidor” el nombre de Judas.

Judas Iscariote, original de Judea, fue uno de los 12 Apóstoles de Jesús, a quien se unió durante su predicación por los territorios de Israel, Judea y Galilea. Nombrado tesorero del Grupo, tenía la responsabilidad de guardar la bolsa de las limosnas y fue señalado en su momento por su apropiación del dinero destinado a ser repartido entre los pobres (Juan 12:6)  

Pero su verdadero delito no fue el robo, sino la delación del maestro ante el Sanedrín, asamblea o consejo de sabios estructurado en 23 o 71 rabinos en cada ciudad de Israel, que hacían la función de jueces. El Sanedrín se reunía en el Templo, en Jerusalén, en el llamado Salón de las Piedras Talladas.

Pero no es la intención de este artículo el recordar los trágicos momentos de la Pasión de Cristo, sino aclarar un aspecto de las Sagradas Escrituras que sigue confundiendo tanto a cristianos como a practicantes de otras religiones interesados en la historia bíblica: sobre las famosas 30 monedas de plata recibidas por Judas como pago por su traición.

 ¿Qué tipo de monedas eran? ¿Qué representaban? ¿Qué antecedentes del uso de esas monedas hubo en la más profunda antigüedad?

 Popularmente, debido al gran desconocimiento histórico y numismático, a parte del bíblico, claro está, se recuerda una y otra vez que “Jesús fue delatado por Judas por 30 denarios”. Nada más incierto y alejado de la realidad.

Si bien los denarios romanos de plata circulaban por todo el Imperio, entre esos territorios los de Palestina, las monedas de la traición no eran otras que las conocidas como siclos de plata o su denominación hebrea shéqel, procedentes de Mesopotamia, equivalentes a los tetradracmas griegos.

Respecto a los antecedentes, en términos bíblicos, no es la primera vez que se mencionan treinta monedas de plata. En el Libro de Zacarias, al profeta se le paga la misma suma por su trabajo cotidiano de pastor: Yo les dije: “Si les parece bien, páguenme mi salario; y si no, déjenlo”. Ellos pesaron mi salario: treinta siclos de plata. Pero el Señor me dijo: “¡Echa al Tesoro ese precio en que he sido valuado por ellos!”. Yo tomé los treinta siclos de plata y los eché en el Tesoro de la Casa del Señor. Después quebré mi segundo bastón “Vínculo”, para romper la fraternidad entre Judá e Israel… (Zacarias 11, 12-14)

En el Libro del Éxodo, en cambio, treinta piezas de plata era el precio de un esclavo que era matado: “Y si el buey embiste a un esclavo o a una esclava, el dueño del animal pagará treinta siclos de plata al dueño del esclavo, y el buey será muerto a pedradas”. (Éxodo 21, 32)

Respecto a los siclos, algo tan importante como que eran las únicas monedas admitidas en el templo de Jerusalén y, por tanto, las únicas piezas que componían su tesoro del que se detrajeron las 30 monedas de plata con el que el Sanedrín pagó la traición de Judas. Es más, los únicos siclos o shéqel admitidos en el templo eran los acuñados procedentes de Tiro, ciudad situada en lo que es actualmente el Líbano.

El shéqel de Tiro fue acuñado en esa ciudad fenicia entre los años 126 a.C. y 57 d.C. y era la moneda de plata que más circulaba en la Palestina de la época hasta Mesopotamia. Como la administración romana no permitía a los judíos que emitieran moneda de plata, pero sí de cobre, debían pagar el impuesto anual al Imperio con los siclos.

El siclo era una unidad de peso hebrea que llegó a variar, según la época, de 9 a 17 gramos. Por ejemplo, el siclo de plata con el que se le pagó a Judas por la traición a Jesús era de 14’4 gramos, lo que hace un total de 432 gramos de plata, casi medio kilogramo de plata. Su diámetro varía al ser su fabricación manual, en torno a los 28 milímetros de diámetro.

¿Cómo eran los siclos de Tiro con que fue pagado Judas?

En el anverso de la moneda aparece un busto laureado (con corona de laurel) del dios fenicio Melkart (Baal), mirando a la derecha, con la piel de un león al cuello. La pieza aparece sin fecha de acuñación.

 En el reverso, se muestra un águila, de pie, hacia la izquierda. Detrás, una hoja de palma. El águila está posada sobre el espolón metálico de un barco de guerra. En el campo derecho (bajo la hoja de palma) la letra “Kaph” hebrea (es la número once del alfabeto hebreo). En el campo izquierdo, dos letras griegas que implican el año de emisión de la moneda. El reverso si tiene leyenda: “Turouieras Kaiasulou”, lo que significa literalmente “De la ciudad de Tiro, la sagrada e inviolable”.

Ya tenemos aclarado un concepto, erróneamente divulgado desde hace siglos incluso en la actualidad. Estos días de Semana Santa las televisiones y otros medios de comunicación hablarán una y otra vez de esas monedas con las que se pagó la gran traición de la historia, y volverán a citar los “denarios”. A no ser que lean este artículo, claro está.

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