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Oro, el aliciente perfecto para viajar este verano a Asturias

El Principado de Asturias tiene numerosos atractivos para acoger año tras año a numerosos turistas o visitantes nacionales y extranjeros, de eso no cabe duda. Podríamos hablar largo y tendido de sus hermosos paisajes, su rica gastronomía, su extenso patrimonio cultural o la amabilidad de sus gentes, pero queremos sorprenderos con una interesante propuesta muy poco común con el oro como hilo conductor.

En el concejo de Tineo, el segundo más grande del Principado de Asturias y donde la tradición del oro se remonta a la época romana, cuando este imperio explotaba las riquezas auríferas del subsuelo astur, podemos probar suerte aprendiendo y practicando el bateo de oro, visitar el Museo del Oro de Asturias (MOA) o hacer una ruta del oro.

En Navelgas, un acogedor pueblo del occidente asturiano de no más de 300 habitantes, rico en tradiciones, cultura y oro, podemos practicar el arte del bateo de las arenas del río en busca de pepitas de oro, una actividad en la que este municipio es referente a nivel europeo.

Cada año acoge el Campeonato Nacional de Bateo de Oro, que cuenta con una gran afluencia de espectadores y numerosas actividades como actuaciones musicales, desfiles, pasacalles, mercadillo o jornadas gastronómicas romanas, todo ello aderezado con una gran hospitalidad.

La competición se divide en diferentes categorías: bateo individual, bateo por parejas, por tríos, equipos de 5 personas, bateo con paellera, e incluso bateo a la luz de las antorchas. Cada participante puede inscribirse en tantas categorías como desee.

En Navelgas, en el epicentro del Valle del Oro, también encontramos el Museo del Oro de Asturias (MOA), un espacio único donde podemos descubrir el verdadero valor del oro y de los hombres que desde hace siglos han luchado contra la naturaleza para obtener este preciado metal.

Historias antiguas y religiosas, avances médicos y tecnológicos, la evolución de la ingeniería… Este museo nos propone un viaje por la historia a través del oro, que comienza con los astures y los romanos, un viaje a través del tiempo en el que no faltan luchas, poder, ritos y símbolos.

El museo se ubica en una antigua casa solariega de tres pisos, llamada La Casona Capalleja y situada junto al Puente Viejo. El edificio también alberga la Oficina de Información Turística, una tienda de souvenirs, sala multiusos para conferencias, charlas y proyecciones; y dos salas de exposiciones temporales.

En la parte posterior de la casona se encuentra una vieja panera con siglos de historia que supone el sitio ideal para la práctica del deporte local: el bateo de oro. El MOA ofrece talleres diariamente para enseñar esta actividad a sus visitantes, quienes puede probarse y probar suerte con la batea.

Esta herramienta, famosa por las películas de los buscadores de oro americanos, tiene  forma de sartén -o parecido- que se llena de tierra, se sumerge en el río y se mueve rítmicamente para filtrar la arena y que el oro quede depositado sobre la superficie. Si tienes la suerte de encontrar una pepita, pon tu dedo encima y se quedará pegada a él.

Por si todavía te lo estás preguntando, sí, aún es posible encontrar oro en los ríos Navelgas, Bárcena y Yerbo.

La edil de Turismo de Navelgas, Raquel González Villamil, ha afirmado que a partir de este verano se ofrecerán circuitos que permitirá explorar el pasado aurífero de la zona. Se tratará de un paquete que incluye la visita al Museo del Oro, el bateo y la Ruta del Oro. “El turista disfrutará de una actividad al aire libre y, al mismo tiempo, podrá conocer su historia, visitar las bocaminas romanas…”, afirmó.

En el Valle del Oro se tiene constancia de la búsqueda de este metal desde la época castreña de los Astures hasta nuestros días, en los que mucha gente nos visita para probar suerte en los cauces de nuestros ríos. Sin embargo, el asentamiento del Imperio Romano, es quien nos permite conocer el valle tal y como lo conocemos ahora. Los romanos construyeron varias minas para extraer de ellas oro, y para ello se movieron millones de toneladas de roca y tierra que eran lavadas con las aguas de los arroyos y de los ríos que desviaban expresamente para este fin.

Muchas son las referencias que ha llegado hasta nuestros días gracias a cronistas como Plinius y Strabón procedentes de la ocupación romana, pero lo cierto es que nuestros ríos aún mantienen una gran riqueza en cuarzos auríferos, que hoy como ayer los ribereños siguen encontrando en sus aguas por el primitivo procedimiento de la batea.

 

 

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