Los bancos centrales mundiales han aprovechado las fluctuaciones del precio del oro a lo largo de este año 2018 para incrementar sus reservas. El valor estratégico de las mismas cobra cada vez mayor importancia ante la situación geopolítica mundial y las dudas que se ciernen sobre el futuro del sistema monetario global. Por eso, de cuando en cuando se desata la polémica por la ubicación física de los lingotes que constituyen las reservas de un país. El último caso se ha dado en Australia.
Según las últimas estadísticas publicadas por el Consejo Mundial del Oro a principios del mes de noviembre, el Banco de la Reserva de Australia acumula 68,7 toneladas de oro en sus reservas, que representan el 4,9% de sus reservas totales en divisas.
Sin embargo, de acuerdo con la información que publica el propio Banco de la Reserva de Australia, sus reservas ascienden a 80 toneladas, que estaban valoradas, a 31 de octubre de 2018, en 2.685 millones de dólares. Esas reservas incluyen las 11 toneladas que desde el supervisor australiano reconocen que han sido objeto de préstamos. Ahí puede radicar la diferencia entre las cifras publicadas por el Consejo Mundial del Oro y las que figuran en la página web del banco central.
Según ésta, el 99,9% de esas reservas se encuentran almacenadas en las cámaras acorazadas del Banco de Inglaterra, en Londres. Ello ha dado pie, como señalan desde el portal de noticias australiano News.com.au, a diversas teorías de la conspiración, al estilo de las que se sucedieron en Alemania y que acabaron obligando al Bundesbank a repatriar más de la mitad de sus reservas, desde los bancos centrales de Inglaterra, Francia y Estados Unidos.
Un argumento a favor de esta conspiración es el que esgrime el experto suizo en metales preciosos Egon von Greyerz, quien asegura que China, la India y otros países orientales están acumulando una mayor cantidad de oro del que pueden obtener por medio de la minería. Por ello, se sospecha que algunos bancos centrales occidentales están prestando parte de sus reservas de oro a estos países, por medio de los bancos que comercian con metal, a cambio de las cuales reciben unos certificados de deuda, ya que el oro no regresará de Asia.
Según Von Greyerz, “desde 2008, China y la India han acumulado más de 26.000 toneladas de oro. Una cifra enorme, que prácticamente constituye la totalidad del oro que se ha extraído de las minas en ese periodo”.
El economista John Adams, uno de los impulsores de la política de transparencia en la gestión de las reservas de Australia, ha denunciado que la única auditoría sobre el oro australiano se llevó a cabo en 2013, y fue tan incompleta que prácticamente resultó inservible: “en los últimos 20 años, tan solo hemos podido ver el oro una vez. Y para ello tuvimos que comunicar seis semanas antes al Banco de Inglaterra los números de serie de los lingotes que queríamos ver, lo que les dio tiempo de sobra para manipular las muestras”.
Para responder a algunos de los interrogantes que se plantean en los vídeos que publica John Adams, el Banco de la Reserva de Australia ha añadido una sección a su página web con preguntas y respuestas sobre sus reservas de oro.
Pese a ello, Adams afirma que “no estoy diciendo que la conspiración sea real o imaginaria, lo único que afirmo es que el 99,9% del oro no está en Australia, y el Banco de la Reserva debe explicar por qué considera prudente que no dispongamos del oro físicamente en nuestro país. Creo que mucho australianos quieren que se repatrien las reservas”.
Por su parte, el gobernador del Banco de la Reserva de Australia, Philip Lowe, ha argumentado que las reservas de oro del país se encuentran en Inglaterra porque es la sede del mercado mundial del oro: “si prestamos nuestro oro de forma temporal, podemos obtener un cierto rendimiento que sirva para cubrir el coste de mantener esas reservas. Es el lugar donde tienen que estar, no tenemos planes de vender ni comprar más, ni de repatriarlas a Australia”.