El oro es considerado como un activo refugio, al que recurren los inversores en momentos de crisis para proteger sus patrimonios. Esta protección sirve igualmente para inversores institucionales o estados, que cuentan con reservas de este metal, junto con divisas extranjeras, para soportar su economía en caso de inestabilidad. En el momento actual, la actuación de estados como Uzbekistán, que ha vendido parte de estas reservas de oro, sirve para confirmar el papel del metal precioso como activo refugio.
Según informa Reuters, Uzbekistán ha recurrido a sus importantes reservas de oro para salir del bloqueo económico sufrido a causa de la pandemia de Covid-19, convirtiéndose en uno de los mayores vendedores mundiales de metal precioso.
Los datos del Comité Estatal de Estadísticas uzbeko publicadas el pasado 21 de septiembre revelan que el país ha exportado oro por valor de 5.800 millones de dólares entre enero y agosto de este año, lo que representa aproximadamente la mitad de los ingresos totales procedentes de las exportaciones.
En comparación, durante todo el año 2019, los ingresos por la exportación de oro fueron de 4.900 millones de dólares, lo que entonces representaba un 27,5% del total de ingresos por exportaciones.
Durante el pasado mes de julio, Uzbekistán se convirtió en el mayor exportador mundial de oro, con 11,6 toneladas vendidas, por encima de las 6,1 toneladas liquidadas por Mongolia.
En agosto, las ventas de oro recaudaron 2.500 millones de dólares. Durante el año 2015, el total de ventas de oro proporcionó al estado uzbeko 1.900 millones de dólares.
Según Atabek Nazirov, director de la Agencia de Desarrollo de los Mercados de Capitales (organismo independiente que reporta al primer ministro de Uzbekistán), es el momento de que el país recurra a sus considerables reservas de oro para generar los ingresos que tanto necesita.
“El precio del oro está en máximos y la actividad económica se ha hundido hasta su punto más bajo, así que creo que es el momento de vender las reservas de oro y divisas extranjeras y utilizar los fondos obtenidos para salvar la economía de un mayor declive y para evitar el aumento del desempleo”, señala Nazirov.
Uzbekistán decidió cerrar sus fronteras durante un largo periodo, como parte de sus esfuerzos para controlar la pandemia de Covid-19, lo que ha causado importantes problemas a la economía del país.
Las medidas de confinamiento, además, han provocado el cierre de centenares de empresas, a lo que hay que añadir el regreso de los miles de trabajadores uzbekos expatriados en Rusia.
La deuda externa de Uzbekistán también se ha disparado en los últimos meses: a fecha 1 de julio, se elevaba hasta los 17.300 millones de dólares, equivalente a un 30,3% del producto interior bruto. Desde comienzos de año, esta deuda ha crecido en más de 1.600 millones de dólares.
Según el economista uzbeko Navruz Melibayev, aunque el oro constituye un salvavidas para la economía del país, ya que genera beneficios y contribuye a paliar el déficit comercial, solo es un remedio a corto plazo: “necesitamos desarrollar la industria y otras áreas de nuestra economía. Apostarlo todo a la venta del oro es una medida temporal obligada por la pandemia y aprovechando el alto precio que ha alcanzado el metal”.
En el listado de reservas de oro en manos de los bancos centrales publicado por el Consejo Mundial del Oro el pasado mes de enero (que refleja la situación a cierre de noviembre), Uzbekistán contaba con unas reservas de 338,4 toneladas de oro, que representaban el 57,5% de sus reservas estratégicas.
Esa cantidad ha ido descendiendo conforme el Gobierno uzbeko vendía parte de su oro. En el último listado publicado a principios de septiembre, con datos de finales de julio, el Banco Central de la República de Uzbekistán contaba con 330,6 toneladas de oro, que representaban el 59,8% del total de reservas.