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¿Por qué nos ha seducido el color del oro desde el principio de la historia?

El oro y, por extensión, su color dorado, han llamado la atención del hombre desde hace siglos. En múltiples civilizaciones, el oro ha sido venerado y asociados con los dioses, y se ha utilizado para la elaboración de adornos sagrados y joyas. ¿De dónde viene esa fascinación que ejerce sobre el ser humano? ¿De su color, de su rareza, de sus cualidades físicas?

La sección de salud de la CNN, dentro de su serie Colorscope, publica un interesante artículo firmado por Puja Bhattacharjee, en el que ahonda sobre la psicología del oro y el poder de atracción que ejerce sobre los humanos.

El artículo explica cómo en algunas culturas, el oro es una parte esencial de las celebraciones y festividades. En las culturas orientales, por ejemplo, su uso es tradicional en ocasiones especiales como los matrimonios o festividades religiosas, en forma de regalos y ofrendas.

La fascinación del hombre por el oro es tan antigua como la propia historia y el hecho de que sea un bien muy escaso ha contribuido a ello. Como explica el autor, “los imperios han florecido gracias a la posesión de oro, se han librado guerras para controlar las regiones que contenían yacimientos de este metal y los buscadores de tesoros y exploradores han dedicado sus vidas a buscarlo”.

Pero ¿de dónde viene la fascinación por el oro? ¿Es por el propio metal o por su color? Según Peter Oakley, del Royal College of Arts del Reino Unido, ambos están unidos: “se alimentan el uno al otro. La idea del oro como color está íntimamente unida a la idea que tenemos del oro como material”. Esto provoca que cuando pensemos en el color dorado, inmediatamente lo asociemos al metal en sí y a los conceptos que sugiere, como riqueza y triunfo.

La historiadora del arte Rebecca Zorach y el cineasta y crítico Michael Phillips Jr. Señalan en su libro “Oro: naturaleza y cultura” que en la región de los Andes, los colores vivos, el brillo y los reflejos se consideraban un fenómeno sagrado. Los propios aztecas describían al oro como “el excremento de los dioses”, mientras que para los incas era “el sudor del sol”. En el antiguo Egipto, el oro era considerado como “la carne de los dioses”. En casi todas las culturas, el oro era una materia sagrada.

Y no solo en la religión: el oro también era relevante en la salud y la medicina. Los alquimistas chinos creían que beber elixires a base de oro y comer con platos y utensilios de oro ayudaba a alcanzar la longevidad.

Incluso se elaboraban medicamentos a base de oro, para tratar las enfermedades del corazón, la sífilis, la viruela o la depresión. No es tan descabellado, teniendo en cuenta que algunos compuestos a base de oro se siguen utilizando por sus propiedades antiinflamatorias.

El brillo del oro

Una de las cualidades que más atrae del oro es su brillo y su capacidad reflexiva, que da la sensación de emitir luz desde su interior. Los manuscritos medievales adornados con oro, las estatuas y los iconos de las iglesias ortodoxas se aprovechaban de esta cualidad cuando se iluminaban a la luz de las velas, lo que les confería un aspecto más trascendental.

Según Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Instituto Pantone del Color, “el color dorado provoca que el ojo se mueva a causa del brillo y da la sensación de que su superficie es ondulada, como el movimiento del agua. Los ojos humanos se sienten atraídos por las superficies que brillan o tienen un movimiento ondulante, debido a que los humanos necesitamos el agua para sobrevivir”.

De hecho, el ojo humano es capaz de distinguir millones de colores y trillones de texturas cromáticas, según Donald Hoffman, profesor de Ciencia Cognitiva de la Universidad de California, Irvine. Las variaciones cromáticas atraen más al ojo humano que las superficies con un color uniforme, debido a que contienen más información.

Por ejemplo, una fotografía de la piel de un oso pardo permite al observador hacerse a la idea de que se trata del animal. Viendo una imagen plana del color, no sabría que se trata de un oso. “La evolución tendría un mayor éxito si entrena al sistema emocional para que interprete la variedad cromática de la piel del oso en vez del simple color plano”, asegura.

De la misma forma, si miramos a un anillo de oro y a una superficie uniforme de color, en el anillo distinguimos los reflejos.

Según este experto, las compañías utilizan algoritmos para crear variedades cromáticas que apunten a emociones concretas que quieren asociar con su producto o marca. Los mismo ocurre con el oro, que sugiere una serie de emociones.

El oro y el arte

El artículo explica cómo en la antigua Roma y en la Europa medieval las leyes prohibían que los ciudadanos se adornasen con excesivas joyas de oro, o incluso que poseyeran alguna, si no procedían de una familia noble.

En el arte, se utilizaba el pan de oro para adornar las obras que habían sido encargadas por personas adineradas. En general, todas las sociedades valoran el oro y por ello la inversión en oro ha sobrevivido a las modas y las civilizaciones sin necesidad de marketing.

Determinados músicos, por ejemplo, suelen presumir con ostentosas y recargadas joyas de oro, lanzando el mensaje de que son ricos porque han triunfado en su trabajo. En muchas culturas, la palabra dinero procede de la palabra oro: en China, por ejemplo, el ideograma de oro y dinero son iguales.

La religión sigue estando muy relacionada con el oro, incluso en los tiempos actuales: los ornamentos papales están hechos de oro, como las cúpulas, minaretes, iglesias, monasterios y mezquitas de todo el mundo.

También son de oro los trofeos, como las medallas olímpicas, el Premio Nobles, los Oscars y los Emmys, destinados a premiar a personas que cuentan con un talento único. Son premios hechos de un material tan escaso como el talento de la persona premiada, lo que constituye una motivación psicológica.

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