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Se cumple medio siglo desde que Nixon acabó con la convertibilidad del dólar en oro

El ex presidente estadounidense Richard Nixon

El 15 de agosto de 1971, el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, separó definitivamente al dólar del oro, que era el principio fundamental del sistema de Bretton Woods, vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Nixon anunció que Estados Unidos dejaría de cambiar dólares por su valor en oro, acabando con el último vestigio del patrón oro en el mundo.

En un post publicado en el blog del Instituto Mises, Jonathan Newman señala que esta suspensión permitió que los Estados Unidos, por medio de la Reserva Federal, comenzaran a imprimir billetes de dólares sin más respaldo que la confianza en el sistema financiero estadounidense, un régimen que se mantiene 50 años después.

Como recuerda Newman, el sistema de Bretton Woods fue diseñado cerca del final de la Segunda Guerra Mundial por los aliados, liderados por los Estados Unidos, como un intento de establecer un nuevo orden monetario internacional de posguerra.

En este nuevo orden, el dólar estadounidense se convirtió en la divisa de reserva del mundo, que los gobiernos extranjeros (no los ciudadanos estadounidenses) podían cambiar por su equivalente en oro.

Para que los gobiernos extranjeros aceptaran este acuerdo, Estados Unidos prometió cambiar los billetes estadounidenses por oro, a razón de 35 dólares la onza, lo que establecía un límite al número de dólares que el Gobierno estadounidense podía imprimir.

Debido a que el comercio internacional tardó varios años en recuperarse de la Segunda Guerra Mundial, el funcionamiento del sistema de Bretton Woods no se pudo poner en práctica completamente hasta finales de la década de los 50.

En aquellos momentos, el aumento de la inflación en los Estados Unidos provocó que tanto Japón como los países de Europa Occidental asistieran a la progresiva devaluación de la divisa de reserva respecto a ese cambio de 35 dólares la onza de oro.

En consecuencia, Estados Unidos comenzó a utilizar la presión diplomática para ralentizar la respuesta a las peticiones de los gobiernos extranjeros de cambiar sus dólares por oro. Aun así, EEUU perdió el 55% de sus reservas de oro entre principios de los años 50 y 1971, cuando Nixon puso fin al sistema de Bretton Woods.

El fin de Bretton Woods

En ese año, el presidente estadounidense Richard Nixon, incapaz de contener los efectos de la inflación monetaria provocada por los crecientes gastos de la Guerra de Vietnam, decretó la “suspensión temporal” de la convertibilidad del dólar en oro, con el objetivo de “proteger la posición del dólar americano como un pilar de la estabilidad monetaria mundial”.

Como explica Newman, “de esta forma, el dólar quedó completamente separado del respaldo de cualquier commodity, convirtiéndose en dinero fiat. Desde ese momento, la Reserva Federal podía imprimir los dólares que quisiera, sin temor a las solicitudes de redención por parte de los ciudadanos, las empresas, los gobiernos extranjeros o los bancos centrales”.

Según Jonathan Newman, el final del sistema de Bretton Woods supuso un punto de inflexión en los gráficos que reflejan la inflación, el aumento de los precios, la desigualdad, las crisis financieras, las tasas de ahorro, el gasto público o incluso los índices de encarcelación, consumo de carne y número de abogados.

La decisión de Nixon tiene puntos en común con las adoptadas por dos de sus antecesores: Woodrow Wilson, quien creó la Reserva Federal estadounidense en 1913; y Franklin D. Roosevelt, quien ordenó la confiscación de todo el oro en manos privadas en EEUU, en 1933. En los tres casos, las crisis reales o percibidas como tales fueron aprovechadas para hacer profundas reformas.

Wilson aprovechó el clima de pánico y la necesidad de créditos, pintando un panorama apocalíptico que le permitió sacar adelante la Ley de Creación de la Reserva Federal y llevar a cabo la reforma del sistema bancario.

Roosevelt y Nixon hicieron uso de sus poderes para responder a sendas crisis, con los mismos argumentos, que apuntaban a los ataques de los especuladores externos y los acumuladores de oro, y esgrimían el miedo a la hambruna para proceder a la devaluación y la impresión de billetes como solución.

Como señala Newman en su conclusión, “el sistema de Bretton Woods fue el último vestigio del patrón oro. A pesar de su debilidad, lograba su propósito de limitar la capacidad de aumentar el suministro de dólares por parte de la Reserva Federal, al permitir a otros gobiernos que cambiaran sus dólares por oro. Cuando Nixon suspendió esta parte clave del acuerdo internacional, permitió el inicio de una nueva era, eliminando la restricción del cambio de dólares por una cierta cantidad de oro en la política monetaria de su banco central”.

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