La posible guerra entre Rusia y Ucrania, además de la inflación más alta de las últimas décadas, son los dos factores que más están influyendo en estos momentos sobre el precio del oro, que va camino de superar los 1.900 dólares la onza por primera vez en varios meses. La evolución de ambos factores determinará el comportamiento futuro del metal. Algunos expertos consideran que, si al final la crisis ucraniana deviene en un conflicto armado con Rusia, el precio del oro podría alcanzar los 3.000 dólares la onza.
En un interesante artículo firmado por Clem Chambers en la revista Forbes, el autor explica los motivos por los que el oro no ha reaccionado hasta ahora a factores externos como la inflación y la crisis de Ucrania: “la prueba de lo fragmentados que están los mercados es que ha hecho falta que la inflación estadounidense subiera hasta el 7% y que se produjera la crisis de Ucrania para insuflar algo de vida al oro. Algunos tratan de explicar la lenta progresión del metal precioso por el escaso interés que las nuevas generaciones tienen en él. Según ellos, el oro es ‘el bitcoin de los boomers’. Pero los fanáticos del oro contraatacan con la idea de ‘despacio al principio, luego de golpe’, ante el temor a perder la oportunidad”.
Chambers opina que si finalmente el ‘barco del oro’ zarpa, va a recorrer un largo camino, ya que factores favorables como la inflación no van a desaparecer a corto plazo. Y si la crisis de Ucrania empeora, la subida del metal precioso puede ser casi vertical.
Esta subida casi vertical va a ser posible por una serie de factores, el más importante de los cuales va a ser el daño causado a la recuperación de la economía global, que aún está bastante lejana.
En caso de que se registre una gran crisis en Europa, se originarán nuevos problemas de suministro que, a su vez, provocarán una nueva subida de la inflación, con otra dosis de incontinencia fiscal que podría duplicar el actual índice inflacionario.
Según Chambers, “si analizamos la historia de la inflación durante los últimos 100 o 200 años, la causa última que la provoca suele ser la guerra. Cuando los países se arruinan para evitar una masacre, el resultado acaba siendo la devaluación de la moneda. Incluso la todopoderosa Gran Bretaña tuvo que reducir a la mitad el contenido en plata de sus monedas tras la Primera Guerra Mundial, y prescindir por completo del metal cuando la bancarrota estatal de 1947 obligó a imprimir billetes para salvarse de la insolvencia provocada por la posguerra”.
El articulista señala que, en condiciones normales, el oro ya estaría de camino a los 3.000 dólares la onza. Los únicos obstáculos que le impedirían llegar a ese nivel serían el endurecimiento de la política monetaria por parte de la Reserva Federal (que los mercados ya han descontado), la posibilidad de un conflicto armado en Europa y la duración de la inflación, que todo apunta a que va a seguir en los niveles actuales durante años.
“No es agradable asumir la idea de un importante conflicto armado en Europa, pero el impacto que tendría en todo, incluyendo en el oro, sería tremendo. Esperemos que no sea así”, concluye Chambers.