Para sorpresa de muchos analistas y público en general, el oro cayó la pasada semana por debajo de los 1.300 dólares. En algunos sectores, incluso, se habla de pánico en este momento, alzándose en algunos medios la llamada de socorro “SOS Gold”.
La pasada semana, el lunes 14 de mayo, el oro inició su andadura en 1.320 dólares por onza, para sufrir el ataque de los osos de Wall Street que hicieron que esa misma onza bajara el viernes 18 hasta los 1.287 dólares. Si bien, los días 21, 22 y 23 del presente mes, el rey de los metales ha ido corrigiendo al alza el zarpazo de los oseznos dejándolo en la mañana del jueves 24 en 1.297 dólares la onza.
Además de los “listillos” de turno que a tormenta pasada se lanzan a las especulaciones con el “ya lo advertimos”, lo cierto es que el mercado del oro responde a los estímulos exteriores que producen un status bajista a corto plazo.
Ello no quiere decir que hayamos entrado en una etapa crítica en la que el riesgo de los especuladores (compre ahora, venda de inmediato o viceversa), aflore a los parqués.
Las preocupaciones sobre las guerras comerciales han disminuido con el retorno al diálogo y buenas maneras entre Estados Unidos y China; mientras que la inflación permanece bajo control. Si las tasas de interés continúan su movimiento ascendente y su correlación con el oro retorna, el metal amarillo entrará en lo que los analistas norteamericanos denominan “agua caliente”.
¿Qué ha ocurrido en el mercado para que se produzca esta situación? El dólar de Washington recuperó su nivel y finalmente obligó al metal amarillo a reaccionar ante las crecientes tasas de interés reales. El lunes, la moneda estadounidense alcanzó un máximo de cinco meses debido al alivio de la guerra comercial con China. Entonces el mercado bajista del oro continuó.
La gran noticia del fin de semana fue el posible acuerdo entre China y Estados Unidos sobre las guerras comerciales y los aranceles. Beijing y Washington emitieron una declaración conjunta después de intensas conversaciones comerciales en las que China acordó aumentar significativamente sus compras de bienes y servicios estadounidenses, en particular, energía y productos agrícolas, para reducir el déficit comercial de bienes y servicios anuales de mil millones de dólares. También influyó la declaración del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Mnuchin, quien declaró que la guerra comercial entre los Estados Unidos y China estaba en “standby”. Ello animó a que el apetito por el riesgo especulador aumentara, con un resultado negativo para los precios del oro.
Además, ya en Europa, las preocupaciones sobre la futura e inmediata política fiscal que el nuevo gobierno populista aplique en Italia también están pesando sobre el euro frente al dólar; por no mencionar el hecho de que las expectativas del alza de las tasas de interés del Banco Central Europeo han retrocedido hasta mediados de 2019.
Ahora, la pregunta del millón, ¿deberíamos esperar más “debilidad” en el oro en las próximas fechas? Desde luego, las perspectivas a medio plazo no parecen alentadoras en este momento. En realidad, una política fiscal irresponsable del gobierno estadounidense en este momento sería el único motor alcista para el oro.
Si tomamos como referencia la historia reciente del metal precioso, podría señalarse que el oro estaría bajo presión hasta la reunión del Federal Open Market Committee FOMC el próximo mes de junio. Pero mucho dependerá, por supuesto, de la comunicación de la Fed, la retórica y las acciones de Trump, y el desempeño del dólar. Es decir, que para adivinar el equilibrio del metal dorado hay que seguir mirando hacia América.
Por supuesto que el oro no se hunde, sino que fluye hacia un mar agitado. Y ya se sabe, después de la tempestad, viene la calma.