El sector de la minería de oro es uno de los motores económicos de la República Sudafricana, pero hace ya años que pasó su mejor momento. En concreto, hace una década el país era el líder mundial en extracción de oro, con más de 17 millones de onzas. Actualmente ocupa el sexto puesto, con poco más de cinco millones de onzas. La conflictividad laboral y la escasa rentabilidad de las minas han obligado al Gobierno a plantearse reformas para devolver el brillo a la minería sudafricana.
La minería de Sudáfrica emplea a más de medio millón de trabajadores, muchos de los cuales son inmigrantes de otros países africanos. Cada año, el país exporta metales preciosos y gemas por valor de 14.600 millones de dólares a China (cerca de la mitad), Alemania y Japón. Otros 10.000 millones de dólares se obtienen de la venta de metales no preciosos, como minerales de hierro, manganeso y vanadio.
Desde que se descubrió oro en Sudáfrica, en la década de los 70 del siglo XIX, el país ha producido más de 2.000 millones de onzas de oro, aproximadamente la mitad de todo el oro que está sobre la superficie. Y las autoridades del país creen que hay otros 2.000 millones esperando en el subsuelo a ser extraídos. Pero para hacerlo, las minas tienen que alcanzar mayor profundidad. Nada nuevo para Sudáfrica, que cuenta con ocho de las diez minas más profundas del mundo.
La más profunda es la mina de oro de Mponeng (en la imagen), al sudoeste de Johannesburgo, con unos cuatro kilómetros de profundidad y más túneles que el metro de Nueva York. Esta mina se sigue explotando y se han hecho prospecciones que apuntan a que a una profundidad de cinco kilómetros hay depósitos de oro de alrededor de 140 toneladas.
Para acceder a ellos ya se ha puesto en marcha un plan a largo plazo, pero los costes se incrementan. De hecho, las mineas sudafricanas tienen el “total cash cost” (costes totales de la extracción, tanto directos como indirectos) más alto del mundo, casi un 37% superior a la media global, según Minxcon Group. En otras palabras: que cada vez son menos rentables por el alto coste que representa la extracción.
En comparación, el coste de extraer una onza de oro en Canadá o China es de unos 680 dólares; en Sudáfrica se dispara por encima de los 1.000. Si el oro se vende a un precio medio este año de 1.160 dólares la onza, muy pocas minas sudafricanas pueden resultar rentables.
Los costes laborales suponen más de la mitad del total. Algunas de las minas más grandes cuentan con más de 30.000 trabajadores.
Para sobrevivir, los inversores en la minería sudafricana se están marchando a otros países del continente como Ghana, Guinea, Mali y Tanzania, cuyas perspectivas de encontrar oro son positivas.
Otro problema que amenaza a la minería de oro sudafricana es el de la minería ilegal, un problema que afecta a otros países africanos e hispanoamericanos. Con un alto porcentaje de desempleo, muchos sudafricanos recurren a esta actividad en busca de sustento. Estos pequeños mineros ignoran la legislación y operan con el permiso de los jefes locales o municipales, pero sin permisos válidos de extracción concedidos por el Gobierno.
Desde el Departamento de Recursos Minerales consideran que regularizar la actividad de estos mineros les permitiría acceder a conocimientos técnicos y nuevos mercados, lo que redundaría en un incremento de los puestos de trabajo y una mayor capacitación de los mineros.