Turquía ha sido, junto con Rusia, el país más activo en la compra de oro para incrementar sus reservas a lo largo del año 2017. Su banco central ha comprado, en lo que llevamos de año, más de 118 toneladas de oro, por valor de casi 5.000 millones de dólares. Pero los ciudadanos del país también demandan oro ante la situación política, y solo en septiembre compraron oro por valor de 16.000 millones.
Diversas estadísticas demuestran que Turquía es, hoy por hoy, uno de los países más interesados en el oro, además de los dos primeros consumidores mundiales, China y la India, tanto por parte de su banco central como de los propios ciudadanos.
¿Por qué se ha convertido el oro en la inversión más atractiva para los turcos? Según explica Peter Reagan en News Max Finance, además del incremento de la tensión política tanto en la propia Turquía como en el ámbito internacional, el país está expuesto a una más que posible crisis económica.
La oposición ha pedido la dimisión del primer ministro Binali Yildirim, cuyos hijos aparecieron implicados en la red de evasión de impuestos revelada por los llamados Papeles del Paraíso, publicados recientemente por una red internacional de periódicos.
Sobre Turquía se cierne también la amenaza de multas multimillonarias por parte de los Estados Unidos, por violar las sanciones a Irán, y la subida del precio del petróleo, del que Turquía es un gran importador, a máximos de los últimos dos años. A ello hay que añadir una burbuja inmobiliaria que puede hacer temblar los cimientos de la economía otomana.
Por su parte, la lira turca tampoco está en su mejor momento y se ha devaluado cerca de un 15% con respecto al dólar desde el pasado mes de septiembre, mientras los rendimientos de los bonos han alcanzado cifras récord de en torno al 12%. El Banco Central se ha visto obligado a elevar su previsión de inflación para cierre de año al 9,8%.
Según Reagan, se trata del caldo de cultivo perfecto para que se desencadene una importante crisis económica en el país, con una inflación cada vez más alta y un progresivo endeudamiento exterior por parte de los bancos turcos.
Aunque desde el propio Banco Central de Turquía defienden los movimientos de compra de oro como una política de diversificación de reservas, algunos analistas los interpretan como una pista de que el país se prepara de cara a una escalada de tensiones con sus aliados occidentales.
Ello explicaría los comentarios del presidente Erdogan, el año pasado, animando a los ciudadanos y al Banco Central a invertir en oro en vez de en dólares.
En cualquier caso, los ciudadanos turcos han respondido con rapidez a la llamada y han acumulado cuantas reservas en oro han podido, porque saben que es el mejor refugio y la mejor forma de proteger sus ahorros ante los inciertos tiempos que les esperan.
Un ejemplo que, en opinión de Reagan, debería ser imitado también por los ciudadanos de los Estados Unidos, cuya economía también presenta una serie de síntomas preocupantes.