Alex X. Mooney, un congresista republicano por el Estado de Virginia Occidental, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre el retorno del patrón oro al sistema monetario estadounidense. Mooney propone que sea el mercado el que dicte la política económica, dejando en manos de la Reserva Federal la simple administración de los flujos de dinero.
“El actual sistema monetario, controlado por la Reserva Federal, beneficia a las élites. El patrón oro es más equitativo y deja en manos de los ciudadanos de los Estados Unidos el control del suministro monetario. Por ese motivo formó parte del proceso de fundación de nuestro país y ha sido la clave de nuestro triunfo económico”. Con estas palabras, parte de un artículo publicado en The Wall Street Journal, explica Alex X. Mooney, congresista republicano por el estado de Virginia Occidental, el objetivo de la moción que defiende y que no es otro que el retorno del patrón oro al sistema monetario estadounidense.
Una medida cuyo anterior precedente se remonta a la Gold Standard Act, propuesta por el congresista y candidato a la vicepresidencia del Gobierno Jack Kemp, en 1984, bajo el mandato de Ronald Reagan.
En su artículo, Mooney acusa a la Reserva Federal de haber llevado a cabo políticas inflacionarias que han provocado que los precios de los productos manufacturados estadounidenses hayan crecido un 50% desde al año 200, frente a un 25% de sus competidores alemanes, lo que ha perjudicado la competitividad de Estados Unidos en el comercio mundial y, como consecuencia, ha provocado las medidas proteccionistas ahora adoptadas por la administración Trump.
“La solución es quitarle a la Reserva Federal el control sobre el suministro monetario y devolvérselo a los ciudadanos estadounidenses, en otras palabras, regresar al patrón oro. Si el oro tiene una mala reputación en los libros de historia es por el mal uso que se ha hecho de él durante el siglo XX, ignorando que entre 1834 y 1913 propició un importante crecimiento y cero inflación”, señala el congresista.
Mooney explica también que durante el siglo XX se llevaron a cabo dos intentos de imponer un patrón oro que, a su juicio, era falso. En la época posterior a la Gran Depresión se estableció un patrón oro que buscaba que los precios cayeran a los niveles anteriores a la Primera Guerra Mundial, con el desastroso resultado de la deflación. Y tras la Segunda Guerra Mundial, los Acuerdos de Bretton Woods, adoptados en julio de 1944, solo permitían a los bancos centrales extranjeros cambiar los dólares por oro, “una aberración que hizo crecer la inflación, que se disparó después de que la Reserva Federal se hiciera con el control total del suministro monetario, a principios de los años 70”.
Ello ha provocado que la Fed tenga encomendada la imposible tarea de adivinar la demanda monetaria real del mercado en tiempo real. Según Mooney, “su actuación empeoró en los años 2000, ya que la Reserva Federal comenzó a presumir sobre la forma en que su política monetaria había permitido el despegue de los mercados financieros. Y ahora, muchos ciudadanos están tan desilusionados con las perspectivas del dólar que se han echado en brazos de criptomonedas como el bitcoin”.
Estos precedentes han movido al congresista por Virginia Occidental a presentar un proyecto de ley que supondría el retorno del dólar al patrón oro, de la misma forma que propuso Jack Kemp en 1984.
“Bajo este modelo, la Reserva Federal seguiría existiendo, pero se limitaría a administrar el suministro de dinero en vez de dictarlo. En su lugar, sería el propio mercado el que lo gestionara, dejando que el suministro y la demanda de dinero se igualaran, y los precios los marcaría la propia economía en vez del instinto de unos burócratas”, explica Mooney.
El congresista concluye afirmando que “la visión del presidente Trump sobre cómo debería funcionar la economía americana fue refrendada por los electores en 2016. La vuelta al patrón oro es la fórmula para que el presidente cumpla su promesa de lograr la prosperidad de la clase trabajadora americana”.
Ahora habrá que ver el grado de respaldo que este proyecto de ley recaba en la Cámara. Algo que no pudo lograr su predecesor, Jack Kemp, en 1984.