La multinacional minera Newmont Mining, con sede en Canadá, es la última de las grandes mineras mundiales en invertir en el legendario territorio canadiense del Yukón, que fuera el escenario de la famosa ‘fiebre del oro’ hace 120 años y donde se originó la fortuna del Tío Gilito, el inolvidable Uncle Scrooge creado por Walt Disney.
Un territorio que se pensaba agotado pero que ahora se disputan las principales compañías, ante las perspectivas de extraer el oro que quedó en los yacimientos que se dejaron de explotar por su falta de rentabilidad. La moderna tecnología utilizada por las compañías mineras permite recuperar explotaciones que se habían clausurado hace años, como está sucediendo en la India.
Por ello, Newmont Mining, la segunda compañía mundial por volumen de extracciones en 2016, acaba de firmar un acuerdo con Goldstrike Resources, una pequeña compañía de exploraciones, para invertir 39,5 millones de dólares en la exploración y desarrollo del yacimiento de Plateau, propiedad de Goldstrike en el Yukón.
Mediante este acuerdo, Newmont se posiciona en el territorio canadiense junto a sus rivales Goldcorp y Agnico Eagle, que ya invirtieron el año pasado en esta región del noroeste de Canadá. Y es que las inversiones de las grandes compañías mineras comienzan a fluir, después de cinco años de austeridad, impuesta por la caída de los precios del oro.
“Se trata de una zona cuya seguridad jurídica es muy estable y cuenta con buenas perspectivas para la extracción de oro”, aseguran desde Newmont.
Por su parte, Goldcorp, la cuarta mayor minera de oro del mundo, dio la salida a esta carrera en mayo del pasado año, al pagar 388 millones de dólares por Kaminak Gold Corp y su mina de oro de Coffee el Yukón. Un mes más tarde, adquirió una participación del 20% en Independence Gold, dueña de una propiedad colindante.
En diciembre pasado, Agnico Eagle, la novena mayor minera del mundo, adquirió una participación en una minera establecida en el Yukón
La región del Klondike, en torno al río Yukón, fue el escenario de una auténtica fiebre del oro que arrastró a más de 100.000 buscadores entre 1869 y 1899, después de que se descubriera oro en la zona. Muchos hicieron fortuna, pero la mayoría volvieron con las manos vacías y se dirigieron a Alaska, donde se descubrió oro en 1899.