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No es ninguna tragedia que el precio del oro no esté subiendo constantemente

Lingotes de oro y dólares sobre un gráfico

La inquietud se ha apoderado de analistas e inversores debido a la inmovilidad que está mostrando el precio del oro en las últimas semanas. Tras una subida que lo había dejado ligeramente por encima de los 1.800 dólares la onza, una nueva apreciación del dólar y de los rendimientos de los bonos del tesoro lo ha devuelto al entorno de los 1.730 dólares la onza. Un nivel que puede considerarse aceptable, teniendo en cuenta la trayectoria a largo plazo del metal.

Por eso, no se explica el pesimismo reinante en los mercados y la angustiosa necesidad de buscar activos que sustituyan al oro, léase bitcoin u otros, en la cartera de los inversores.

Vamos a calmarnos un poco y a analizar la situación. A la hora de escribir este artículo, el precio spot del metal estaba en 1.738,80 dólares la onza, mientras que el ‘fixing’ de la London Bullion Market Association cerró la sesión del 28 de septiembre a 1.733,75 dólares.

Es cierto que, en comparación con los máximos a los que asistimos en 2020 (1.883,90 dólares la onza a estas alturas del año), puede parecer un precio bajo, pero no lo es. Primero, porque las circunstancias que vivimos el año pasado, con una pandemia a escala mundial desconocida hasta ahora en el mundo moderno, fue completamente excepcional, y el oro se comportó como cabía esperar en una situación de crisis sistémica.

Y segundo, porque la comparación con las mismas fechas de los años anteriores es evidente: en 2019, el oro cotizaba a 1.485,30 dólares la onza, mientras que, en 2018, su precio era de 1.187,25 dólares la onza.

¿A que ahora no parece tan desastrosa la situación? A esto se le llama perspectiva, algo que conviene tener en cuenta cuando analizamos el precio del oro que, como hemos dicho en muchas ocasiones, ofrece sus mejores resultados a largo plazo.

Además, ningún activo puede estar subiendo de forma indefinida: es sano que haya periodos de correcciones, en los que el precio baja, el mercado se estabiliza, unos inversores recogen beneficios y otros aprovechan la bajada para aumentar sus posiciones o entrar.

Eso es lo que está ocurriendo ahora, después de que el precio del oro superara la barrera de los 2.000 dólares la onza por primera vez en su historia.

Razones para ser optimistas

¿Qué va a pasar de ahora en adelante? Lo normal es que el metal siga cotizando en un rango de precios muy estrecho, sin grandes estridencias, durante los próximos meses. Sin embargo, las razones para ser optimistas son muy numerosas, más que los motivos para desconfiar.

En el panorama internacional, la crisis crediticia del gigante chino Evergrande ya está pasando factura a los mercados asiáticos y amenaza con hacer lo mismo con los occidentales. Habrá que ver cómo evoluciona la situación y en qué medida se transmite a escala global.

Por su parte, en Estados Unidos la recuperación de la economía se está encontrando con obstáculos. Los últimos datos publicados apuntan a que el país está aún lejos del pleno empleo, que era uno de los requisitos necesarios establecidos por la Reserva Federal para comenzar a desmantelar el multimillonario programa de compra de bonos puesto en marcha para sostener a la economía durante la pandemia.

De hecho, tanto el presidente de la Fed, Jerome Powell, como la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, no esperan que el pleno empleo se alcance hasta, por lo menos, 2022.

Mientras tanto, la variante Delta del covid-19 sigue haciendo mella en la recuperación de la economía estadounidense, lo que se ve confirmado por algunos indicadores muy pesimistas. Por ejemplo, el Índice de Confianza de los Consumidores cayó en septiembre, por tercer mes consecutivo, hasta el mínimo de 109,3 puntos, después de haber alcanzado 115,2 en agosto.

Todo ello aleja aún más la fecha en la que la Reserva Federal comenzará a subir los tipos de interés, lo que afectará a los bonos del tesoro y, por lo tanto, beneficiará al oro.

Además, el problema del techo de deuda se cierne sobre la economía estadounidense. De no alcanzarse un acuerdo para elevarlo, el próximo 18 de octubre el Gobierno se quedará sin fondos, debido a la imposibilidad de endeudarse más. Como ya ha advertido Janet Yellen, ello desencadenaría una crisis financiera de consecuencias desconocidas, que podría hundir al dólar.

Y a ello se une la inflación que, aunque sea temporal, como asegura la Reserva Federal, puede afectar seriamente al ahorro familiar.

Por tanto, e independientemente de fluctuaciones temporales de su precio, no es momento de desconfiar del oro, que es la respuesta a buena parte de los problemas que acabamos de exponer.

Quien crea que invertir en oro es ‘forrarse’ a corto plazo, ha errado el tiro: el oro es un recurso para proteger su patrimonio y defenderse de la devaluación de la moneda a medio y largo plazo, sin preocuparse por las fluctuaciones del día a día. Y si hay momentos de corrección en el precio, puede ser oportuno para tomar posiciones, aprovechando la bajada.

En suma, y como recomiendan veteranos expertos en el mercado de los metales preciosos, hay que dejar las emociones fuera de la ecuación de la inversión.

Así que tengamos calma y sigamos leyendo Oroinformación para ver lo que sucede día a día en el mercado.

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