Australia es uno de los principales proveedores de oro del mayor consumidor mundial de este metal, China. Según los datos de la Perth Mint, casa de la moneda australiana, solo en 2016 esta entidad vendió oro por valor de más de 11.000 millones de dólares a China, y se espera que la demanda se incremente.
Aunque China es también el mayor productor mundial de oro, el crecimiento del consumo de este metal por parte de los ciudadanos chinos en los últimos seis años provoca que las importaciones sean cada vez más elevadas. Solo el año pasado, la australiana Perth Mint vendió oro por valor de más de 11.000 millones de oro a compradores chinos. En total, unas 232 toneladas de oro, que superan el doble de la cifra exportada en 2011, alrededor de 100 toneladas.
Según informa el medio australiano ABC News, la demanda de China ha crecido tanto que la Perth Mint tiene que importar oro desde otros países como Papúa Nueva Guinea y Nueva Zelanda, además de joyas de oro procedentes del sudeste asiático que funde y refina para obtener oro del 99,99% de pureza.
Hasta hace unos años, la India era el principal mercado de la Perth Mint. Sin embargo, los impuestos a la importación de oro introducidos por el Gobierno indio a partir de 2011 obligaron a la compañía australiana a buscar nuevos mercados. En 2014, la Perth Mint se convirtió en la primera refinería de oro extranjera acreditada por la Shanghai Gold Exchange.
Pero esta relación de oro entre China y Australia va más allá de estas cifras de importaciones: la demanda de oro por parte de China supera en 2,25 veces la producción propia, y eso que China es el mayor productor mundial de oro, seguido precisamente por Australia.
Por ello, las compañías mineras chinas han tomado posiciones en este país: en 2012, la compañía minera china Zijin se convirtió en accionista de la minera australiana Norton Goldfields; tres años después, en 2015, se convirtió en su propietaria.
Estos movimientos tienen su explicación, ya que muchas de las minas que actualmente están en explotación en China están cerca de agotar su vida productiva, por lo que las mineras están invirtiendo en el exterior, en particular en los países tradicionalmente productores de oro, como la propia Australia, Canadá o Sudáfrica.
Australia resulta particularmente atractiva frente a, por ejemplo, Sudáfrica, por el uso de la más moderna tecnología en la explotación y por su estabilidad política.