El oro puro tiene un punto de fusión de 1.064 grados centígrados. Una temperatura que solo puede alcanzarse con un horno lo suficientemente potente. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Chalmers University of Technology ha descubierto por casualidad un revolucionario método para conseguir la fusión de nanopartículas de oro a temperatura ambiente.
Según explica Ludvig de Knoop, un estudiante de postdoctorado en la Chalmers University of Technology (Gotemburgo, Suecia), el descubrimiento se produjo por casualidad, cuando comprobando cómo influye en los átomos de oro el máximo nivel de amplificación de un microscopio electrónico.
Tras el experimento, comprobó sorprendido que las capas superficiales del oro se habían fundido a temperatura ambiente. Un fenómeno extraordinario que no se produjo por el incremento de la temperatura, como sería lo habitual, sino por efecto del potente campo eléctrico.
Según las conclusiones del estudio, que se ha publicado en la revista Physical Review Materials, el descubrimiento de que los átomos de oro pueden perder su estructura de esta forma no solo es espectacular, sino también científicamente revolucionario, hasta el punto de que la propia Universidad ha asegurado que De Knoop y su equipo “han abierto nuevas vías en la ciencia de los materiales”.
“El hecho de que podamos controlar y cambiar las propiedades de los átomos de las capas superficiales supone abrir nuevas posibilidades hacia nuevos tipos de aplicaciones”, señaló la coautora del estudio, Eva Olsson, profesora del Departamento de Física de la Chalmers University of Technology.
Esta posibilidad de cambiar de una estructura sólida a una líquida podría permitir la creación de nuevos tipos de sensores, catalizadores, transistores y componentes “contactless”.
Lógicamente, esta tecnología no permite la fusión a temperatura ambiente, por medio del incremento del campo eléctrico, de una gran cantidad de oro. Como explican los autores del experimento, fundir la superficie de un objeto de oro cuyo tamaño sea superior a un par de nanómetros (dos millonésimas partes de un milímetro) requiere un voltaje que es imposible de alcanzar en la actualidad.
En cualquier caso, el descubrimiento abre un nuevo camino a la investigación sobre las nanopartículas de oro, que pueden multiplicar sus aplicaciones industriales futuras.